lundi 5 octobre 2015

Apología de la poesía

«Todo lo que nos rodea es poesía, nuestra relación con los demás es poesía... » como para parodiar, obviamente, la famosa frase de Jackie Chan sobre el kung fu. En realidad, todo lo que constituye el universo es material poético. La poesía es en ese  sentido, viaje-misticismo-onirismo, sensación y fragilidad. Dicho acto se lleva a cabo y se manifiesta a través de uno mismo y en todo el mundo; para uno mismo y para el mundo; el mundo dado o el mundo vivido que todos llamamos Destino por convención humana.

La poesía es viaje, una forma de errar…, introspección. Es la autobiografía de un alma en tránsito, toda la psicología de una vida, de una persona o de un pueblo dado. Pero por encima de todo, ella quiere ser belleza y elegancia. Pues digamos,« la estética ante todo», parafraseando el  ''Arte Poética'' de Verlaine. De hecho la poesía fue efectivamente utilizada como arma de combate o revolución en siglos anteriores. No podría por lo tanto, prescindir de la estética o la belleza en el verdadero sentido del término, de lo contrario no sería poesía sino otra cosa, con cualquier otro nombre muy particular. No es por bromear ni especular que se dice que « la poesía es el lenguaje de los ángeles ».Lo es, en esencia, y es esta quintaesencia misma lo que la caracteriza.

No es erróneo el enunciado donde se afirma que es « el más noble de los géneros literarios ». Su exactitud lingüística, su forma, su fluidez, su equilibrio estético que rivaliza con los ángeles, su traje brillante de palabras que saltan a la vista, es la evidencia inevitable y decisiva de que así es. Todos los géneros literarios le deben algo a la poesía, aunque sea minúsculo. El cuento, la novela, el teatro, el ensayo... todos le han robado algo a la poesía y ese algo, algunos podrían llamarlo « la elegancia sublime de las palabras », que bailan en las páginas a lo  largo de los bulevares iluminados de belleza, o en el fantástico bulevar de la mente del poeta. Incluso tenemos la impresión y la sensación, una hipótesis sorprendente, de que todo lo que es hermoso y elegante en general, tiene que ver con el arte del dominio de la poesía aplicado a todo. Para este efecto Joubert (1754-1824) habla en términos suficientemente majestuosos e impresionantes: « ¿Qué es la poesía? No sé en este momento; pero yo sostengo que se encuentra en todas las palabras utilizadas del poeta verdadero, para los ojos algún fósforo, para el gusto un poco de néctar, para la atención una ambrosía que no se encuentra en otras palabras ». Él va más allá diciendo: « Las palabras del poeta conservan el mismo significado aun cuando se separen de las demás, y aisladas, siguen seduciendo al igual que sonidos hermosos. Son palabras brillantes, de oro, perlas, diamantes y flores. » Joubert es, como yo, un simple panegirista y un ferviente apologista de la poesía.

Por otra parte, las preguntas más relevantes que deberíamos hacernos, serían obviamente las siguientes: ¿Por qué es la poesía tan mal vista por muchos? ¿Por qué está tan marginada? Y ¿por qué queremos considerarla  a toda costa como un simple juego de fantasía? Y, por último, ¿por qué la gente prefiere las novelas? La respuesta es simple y muy breve, por cierto. Algunas personas  pierden su tiempo buscando encontrar una supuesta  lección moral mediante la lectura de un texto poético, o un consejo saludable destinado a fortificar. De forma que la poesía sea para ellos tal vez una fábula, pero no es una regla absoluta. Incluso Montesquieu ha atacado a los poetas, y el propio Sócrates nuestro viejo filósofo griego  decía: « Los poetas no entienden lo que dicen ». Así que se podría decir, que ellos se atribuyen al sueño, a la ensoñación desbordante, a la inutilidad y a la nulidad misma. ¿No se ha dicho que « los poetas viven en las nubes »?

Se puede vivir sin poesía, sin duda alguna, como se puede vivir sin la filosofía, sin embargo, eso no quiere decir que ambas son inútiles. El famoso Charles Baudelaire, digamos nuestro prestigioso poeta maldito,  de hecho nos había advertido acerca de esto. Él nos enseñó que: « La poesía es lo más real, es lo que es completamente cierto sólo en otro mundo. Mucha gente imagina que el propósito de la poesía es una enseñanza cualquiera, que debe fortalecer la conciencia,  perfeccionar la moral, al final mostrar algo útil ...La poesía aunque puede por sí misma, cuestionar su alma, reavivar sus recuerdos y entusiasmo, no tiene otro objetivo que ella misma; no puede tener ninguna otra. (...) La poesía no puede, bajo la amenaza de muerte o el fracaso, asimilarse a la ciencia o la moralidad; no tiene como objetivo la verdad, ella existe por sí sola. » Esa es la verdadera misión que le ha asignado Baudelaire a la poesía.

La palabra poética proviene de la intuición artística,  surge de la urgencia de decir, en la urgencia del tiempo. Revela la necesidad de expresarse de inmediato para dar a conocer un estado de ánimo, abrir el alma, o mostrar la alegría fugaz o constante. Pero… « la paz de la mente no conduce a la creación artística » y « uno debe aceptar el sufrimiento para crear la menor canción». ¿Cómo podemos pretender escribir sin un mínimo rasguño en el cerebro? ¿Sin haberse aprehendido por unos segundos la parte interior del dolor, ni palpar la osamenta del abismo? El mundo mismo es un caos, y la escritura surge de este caos. Muchos poetas y escritores han ilustrado claramente esta comedia humana atroz. Baudelaire, Edgar Allan Poe, son ejemplos vivos, sin olvidar a Rimbaud, Lautréamont, Homero, Frankétienne, Davertige, etc… El drama del escritor es omnipresente, y esta fue la razón que nuestro poeta portugués Pessoa nos dijera: « La literatura es la prueba de que la vida no es suficiente. »

Pero cuidado... depende... Cada poeta asigna una función a su poesía. Recordemos o especificamos que hay dos clases de poetas en este mundo. Esto depende principalmente en su psicología individual o su visión personal del mundo dado. La primera categoría está a la búsqueda de  trascendencia a cada paso, y la otra categoría, busca refugio en la autoflagelación. Sin embargo, su punto común entre ellas sigue siendo « la sublimidad del lenguaje », que moldean y esculpen juntos en la misma olla o el mismo jarrón de diamante, estando siempre accesible. Digan lo que digan, nada se escribe en vano. La poesía nunca ha sido un acto inútil. El acto de escribir esconde en sí mismo una serie de vitalidades. Y esta es quizá la razón por la cual Pierre Seghers (poeta, editor francés) nos dijo que: « De donde sea que venga, e incluso de los más reservados, el poema es un grito de amor que llama a una comunión misteriosa, busca involuntariamente la otra voz, la otra mitad que es usted mismo. Si la poesía no lo ayuda a vivir, haga otra cosa. Encuentro que es esencial tanto para el hombre como los latidos de su corazón. »

Los poetas nos vivifican y reactivan el pequeño fuego interior, intensamente chispeante. La poesía es una corona de flores. Es una mujer desnuda exhibiendo sus senos a todos los interesados. Calma, trastorna, embellece, alegra y adorna los momentos fugaces de la pobre existencia humana. 

¡Larga vida a la lira de los poetas! portadora de luz y de toda la armonía de los cielos, aunque el mundo le dé la espalda a la belleza del alma, para atiborrarse en cambio de cosas materiales y otras curiosidades de baja estofa. El individuo sin belleza interior no es nada más que una masa de carne absurda, una espantosa y miserable funda, que envuelve unos huesos despreciables.

© Raynaldo PIERRE LOUIS,
Traducido del francés 
por el poeta-medico haitiano Jean Jacques Pierre-Paul